El gobernador Gustavo Bordet ajusta sobre el proletariado y la pseudo burguesía, pero no toca a la nobleza de toga y sostiene oscuras adjudicaciones por vía de excepción.
Es que impulsó la continuidad de un plan de ajuste que expone orgulloso. Un gobernador “delfín” del kirchnerismo devenido en funcionario del PRO (durante los cuatro años del macrismo) y autopercibido “peronista pseudoprogresista” en esta gestión.
Rodeado de sicofantes y blindado por panegiristas, el gobernador monta una farsa con buena prensa, para legitimar un brutal ajuste que se profundizará y prorrogará in aeternum.
El ajuste es por goteo: primero le quitó derechos a los municipales y colectiveros (Ley 10774); después redujo horas de trabajo en la administración, recortó viáticos a los empleados públicos y sobrecargó a los pocos empleados de salud; también, congeló los sueldos, con una pérdida descomunal del poder adquisitivo; y, ahora, este nuevo programa cae sobre la pseudoburguesía agraria y los trabajadores, a quienes les arrancará derechos adquiridos.
A eso se suma que su gestión desfinancia sistemáticamente la educación y salud pública, trasladando recursos a los privados. En educación, las escuelas “públicas de gestión privada” forman cuadros políticos contra los ideales de la Ilustración y, además, intensifican la falsa consciencia de una escala social inexistente, ya que generan desigualdad educativa entre quienes “caen en la escuela pública” y quienes pagan “dos pesos” para tener clases todos los días.
En políticas de Estado, en lo que va de su gestión, Bordet tiene un vacío ideológico y político trascendental. No existen programas reales de Comunicación y Cultura; no hay un proyecto educativo; no hay atención primaria de la salud, los hospitales están colapsados; no hay perspectiva de género; no hay recursos para mejorar realmente la vida de los niños, niñas y adolescentes; los adultos mayores son olvidados; no hay prolíticas de arraigo rural y de producción; no hay un programa real de turismo; no hay un programa efectivo de uso y conservación de suelos; no existe una perspectiva que piense al medio ambiente como algo con lo que debemos convivir y no destruir (como impuso el viejo ideal de la razón instrumental que hoy sostiene al capitalismo).
En ese marco, Bordet habla de “transparencia” y se jacta del repliegue del Estado, lo que implica reducción de derechos y no “optimización de recursos”. En ese marco, Bordet sostiene oscuras adjudicaciones por contratación directa y solo tiene una relación endogámica, ya que solo habla con la nobleza de toga que lo rodea (que cobra miles de pesos en contratos millonarios en todos los poderes del Estado).
Guiado por Ἄτη, Bordet maneja un barco que no tiene rumbo y no dejará ninguna huella trascendental en la historia de la provincia. Solo un administrador que no quiso cambiar las cosas. Uno más que ajustó y maltrató a su pueblo sin pensar en un proyecto que trascienda sus gestiones. Solo él y su copa recordarán cuando sostenía el báculo que le regaló Urribarri.
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