domingo, 8 de mayo de 2011

Sinopsis del prólogo que realizó Jean-Paul Sartre a Les damnés de la terre

Introducción
El prólogo -de 1961- que realizó Jean-Paul Sartre a Les damnés de la terre, de Frantz Fanon, fue fuente de inspiración para muchos y producción polémica para otros. Sin embargo, en este trabajo no abordaremos el debate sobre la producción, sino que pretendemos que la lectura de la obra nos permita dar cuenta del método de análisis que utilizó el autor francés y, por medio de éste, ver las consecuencias históricas de la opresión en Argelia, como espejo de todos los países colonizados por los europeos.
El programa aquí propuesto es esbozar una sinopsis del prólogo en clave dramática, i. e., donde la muerte tanto física –de sujetos particulares- como universal -respecto del logos-eurocéntrico y de la tradición del pueblo argelino- se presenta como elemento en común, ya que la muerte en el combate por el reconocimiento es el parto de la libertad, tanto para el opresor como para el oprimido. Para llegar a esa lectura, proponemos tres instancias: la primera es una taxonomía de lo “humano”, ya que la racionalidad como fundamento de la moral Humanista fracasó desde su nacimiento, debido a que los atributos humanos sólo se adjudicaron a algunos; dilucidadas las categorías nos trasladamos al impacto cultural del dominio europeo y las operaciones por las que se las legitimó, donde subyace que el etnocidio cometido por el Estado francés en sus propio país fue reproducido en Argelia; sin embargo, la negación de lo múltiple en pos de lo Uno y la insurrección del engranaje sin costo de la producción -los colonizados, entendidos como subhombres- hizo devenir el etnocidio en genocidio y aquí arribamos a nuestro punto final por analizar: la dialéctica de la violencia y la gestación del Hombre Nuevo como producto de la nueva cultura (bildung) que establece como único camino de los oprimidos la Revolución.
En ese trayecto, observaremos el impacto político y gnoseológico que marca Sartre, ya que la cosificación del europeo y el no reconocimiento por parte de la víctima generó un corrimiento en la construcción del sentido, dando sentencia al eurocentrismo tanto en el modo de conocer como de actuar, por parte de los argelinos. Desde ese punto de vista, observaremos lo que señala Sartre respecto del proceso dialéctico, donde el colono se apropió de un lugar de padre por medio de la violencia y el colonizado, i. e., la víctima, cometió el acto más importante de su historia: el parricidio, para conquistar su libertad.

§ 1. Taxonomía de lo “humano”
En el Prefacio a Les damnés de la terre de 1961, Sartre se ocupó de develar la construcción que realizó el europeo hasta ese momento del otro, considerado como indispensable para la propia existencia, en el que subyace la influencia de la dialéctica del amo y el esclavo (CF. Hegel). Con este método de identificación mediante la negación, el hombre logra establecer a sus principales instituciones -lengua, cultura, Estado- (CF. Chistian Delacampagne) situando fuera de su consciencia una consciencia distinta considerada como “inferior”, que le permitió desplegar una taxonomía de las categorías antropológicas de lo humano, atravesadas y determinadas por la relación social dominante: el capital.
“Il n'y a pas si longtemps, la terre comptait deux milliards d'habitants, soit cinq cents millions d'hommes et un milliard cinq cents millions d'indigènes.”

Esta contundente operación disyuntiva exclusiva establece que: hay habitantes que son hombres ya que se les puede predicar su condición acabada de hombres, entonces se puede afirmar que no son indígenas; en ese mismo orden, los habitantes que son otros seres vivos -a quienes no se les puede predicar todos aquellos atributos que harían a un hombre ser hombre- por lo que serían habitantes, pero no humanos, serían sólo indígenas (indigènes). De éste modo, Sartre reseña el imaginario político etnocentrista de Europa, donde el hombre (hommes) era el sujeto blanco, europeo, portador del “verbe”, i. e., del logos (λóγος), con todo lo que ello implica. De esta manera, el europeo transfiere (CF. Octave Mannoni) en el negro, en el indígena, i. e., en el esclavo, todas sus pulsiones reprimidas (sus pavores), donde el negro se presentaba como el miedo que el blanco tenía de sí mismo . Sin embargo, el europeo no se conformó con la primera disyunción, sino que agudizó su astucia para consolidar su dominio y legitimar, así, su hegemonía, por lo que fomentó la idea de supuestas diferencias :

“Ici la Métropole s'est contentée de payer quelques féodaux: là, divisant pour régner, elle a fabriqué de toutes piè ces une bourgeoisie de colonisés ; ailleurs elle a fait coup double: la colonie est à la fois d'exploitation et de peuplement.”

De esta forma, el europeo se construye como el hombre y construye a los colonizados como subhombres, índigenas, mediante el numerus clausus, ya que no son asimilados como humanos, pero tampoco pudieron ser asesinados ni inducidos a la servidumbre animal por completo (por lo menos hasta el levantamiento de los argelinos), porque perderían su valor de uso y dejarían de ser “objetos” útiles para la producción , objeto principal de las colonias, que producían para sostener el crecimiento y la demanda de las metrópolis. Sin la insurrección, el etnocidio iba por buen camino y su régimen de producción económico, el capitalismo, lograba sus objetivos: la explotación de los recursos humanos y naturales, no se derrochaban los recursos. Además, el colonialismo cultural que pretendía la “elevación” del otro mediante la imposición, por la fuerza, de una cultura positiva. De una manera metafórica, salvando la distancia de la analogía y las diferencias entre los problemas -el uno cosmológico y el otro antropológico-, así como el Demiurgo (Δημιουργός) moldeaba la jora como una copia del mundo suprasensible de las Ideas (CF. El Timeo, Platón), así, el europeo en sus metrópolis “moldeaba” con su cultura al colonizado, para volverlo hombre. El europeo -con su consecuente apoteosis- se apropió del rol de padre por la fuerza y decía convertir en bello aquello que se le construía como diferente: apo-eurosis.
La metrópolis se presenta como el centro del colonialismo, el corazón de los valores europeos, que se expanden con la sangre de aquellos otros sometidos al imperialismo, consecuentemente, el neocolonialismo sólo es una farsa irrealizable de las metrópolis. Más allá de la farsa, la víctima seguía siendo víctima, debido a que el reconocimiento habría arruinado el sistema que descansa en la sobrexplotación.

§ 2. La hipocresía del humanismo burgués
De esta manera, en el primer párrafo observamos que Sartre es contundente, ya que refleja contra qué luchaban los colonizados: la cosificación por parte del europeo. Así, Sartre nos cuenta que ellos -los europeos- primero ‘prestaron’ su λóγος. Luego, en una segunda instancia, intentaron mimetizar a los colonizados, a sus víctimas, a quienes le impusieron una consciencia ajena, un cogito europeo de la centralidad.
Los etnocidas, no dudaban que se aceptase el ideal eurocentrista, “creían” (con todo lo que implica el verbo creer) que habían “helenizado” a sus víctimas, que habían gestado una especie nueva: los negros grecolatinos, según narra Sartre. De esta manera, el espíritu y la práctica etnocida, concreta sus dos premisas: la legitimación absoluta de la cultura occidental y la negación positiva, por lo que niega lo que considera inferior a un 'nivel superior'.
Pero ese λóγος era positivo (un falso-logos), impuesto con el dolor de la renuncia y con la carga de las proyecciones ajenas, sumamente extraño para el esclavo, para la víctima, para el colonizado. Las metrópolis “exigían” el amor de sus creaturas, así, la élite europea fabricaba una élite indígena; se seleccionaron adolescentes, se les impuso los principios de la cultura occidental, “se les introdujeron en la boca mordazas sonoras”, tras un tiempo en las metrópolis se les regresaba a su país, falsificados:
“après un bref séjour en métropole, on les renvoyait chez eux, truqués” .
¿Qué representaba esta operación? Lisa y llanamente el etnocidio, “el modo de destrucción sistemática de los modos de vida y de pensamiento de gentes diferentes” (CF. Clastres). La diferencia era inaceptable para los europeos, pero el mal de esa diferencia podía 'ser atenuado', el otro se presentaba como perfectible.
La ruptura de la ilusión, el alejamiento de la impostura legitimada por los europeos, marca un segundo momento, que se despliega a partir del segundo párrafo. Sartre explica que las víctimas comenzaban a desnaturalizar la violencia al ponerle palabras a lo que les sucedía, tomaban consciencia, una consciencia empujada hacia sí, un retorno que comenzaba a trazar una nueva cartografía del sentido. Esa consciencia permitió reconocer la hipocresía del humanismo burgués que renunciaba a sus principios de facto al legitimar, con el silencio, la violencia en sus colonias, ya que las prácticas que pregonaban eran una farsa, explica Sartre retomando la denuncia de Fanon en el cuarto párrafo. En este mismo movimiento, los europeos quieren retomar las riendas del sentido, quieren subyugar la palabra de aquellos otros colonizados, desean advertir que es su λóγος el que aún predomina, que son sus hijos.
Sin embargo, el parricidio estaba en marcha, el crédito no se pagó, sino que se pasó de la consciencia a la auto-consciencia, el colonizado rechazó la usura y negó a su opresor, negó al parásito que nada tenía que hacer y la víctima nada que perder:
“...l'indigène n'a qu'un choix: la servitude ou la souveraineté. ”
La cultura europea es despojada de toda autoridad -ya no es más el emisor del mensaje y menos aun el interlocutor-, pero también se despoja de toda legitimidad a las tradiciones locales (CF. Sartre, párrafo 16), que servían como fuga de la condición material de existencia que los oprimía. De esta manera, el colono debe realizar un doble trabajo para luchar contra los europeos: enfrentarse y negar al padre y sus síntomas y luchar contra los narcóticos locales. De esta manera, la cultura (bildung) es la revolución, que se realizará con el derramamiento necesario de sangre.

§ 3. La pugna de las auto-consciencias como dialéctica de la violencia y el surgimiento del hombre nuevo.
El desarrollo de las metrópolis no necesitaba pueblos libres: los colonizados cedían a la producción esclava o estaban condenados a desaparecer, según los principios capitalistas del humanismo. Pero el esclavo develó su consciencia y con ella surgió el conflicto –se comenzó a inscribir la tragedia para el europeo-, ya que el oprimido pasó de ella –la consciencia- a la auto consciencia y la consecuente pugna con sus amos. Así, se desató la lucha a muerte de las dos autoconsciencias. Desde el párrafo décimo, Sartre despliega el método de su análisis: la dialéctica de la violencia, deudora de Hegel. El existencialista, explica que la dialéctica es producto de la hipocresía liberal que produjo a los argelinos como víctimas de los europeos.

“Avec le travail forcé, c'est tout le contraire: pas de contrat; en plus de ça, il faut intimider; donc l'oppression se montre. Nos soldats, outre-mer, repoussant l'universalisme métropolitain, appliquent au genre humain le numerus clausus: puisque nul ne peut sans crime dépouiller son semblable, l'asservir ou le tuer, ils posent en principe que le colonisé n'est pas le semblable de l'homme.”

El sociocentrismo europeo legitimó la violencia del colono sobre el colonizado, el silencio hipócrita fue consenso de las prácticas, donde el “desconocimiento” de los metropolitanos de las técnicas de opresión fueron una forma de negar lo que ocurría; pero no sólo se negaba la opresión sobre los cuerpos, que ocurría a miles de quilómetros de París, sino que también la apoeurosis, la humanidad concedida, el paso del negro argelino, del otro, a humano era una violencia, una operación, que se legitimaba en el propio territorio metropolitano. Por lo que en la colonias, los abusadores, i. e., el colono, no era juzgado como tal, ya que a quien se lo sometía, a quien se lo sacrificaba no era ni un hombre, ni un animal. Así, se distinguían los casos fronterizos: en la una el humano-animal, el indígena, era un punto equidistante por lo que no era hombre ni era animal del todo, porque perdería su utilidad; en la otra, el adulto y el niño, donde la tutela era considerada imprescindible para la libertad del otro, para la apoeurosis. Ante esto, surge la consciencia del colonizado:

“Pauvre colon: voilà sa contradiction mise à nu. Il devrait, comme fait, dit-on, le génie, tuer ceux qu'il pille. Or cela n'est pas possible: ne faut-il pas aussi qu'il les exploite? Faute de pousser le massacre jusqu'au génocide, et la servitude jusqu'à l'abêtissement, il perd les pédales, l'opération se renverse, une implacable logique la mènera jusqu'à la décolonisation.”

El párrafo décimo tercero expone la causa del segundo momento de la dialéctica; la ingenuidad del europeo de la ausencia de consciencia de la víctima. Pero el colono comienza su camino, se reconoce y se diferencia de su amo, de su tirano e ilegítimo padre. Ahora Europa pasó de ser el sujeto de la historia al objeto, lo que, según Sartre, invierte la relación de fuerzas, por lo que la descolonización está en camino. La víctima sabe que debe luchar por el sentido, sabe que su pugna es por la redención de su propio ser, pero no es una redención cristiana, sino una redención puramente humana: la conquista de su libertad. Su vida es un drama, pero, a diferencia del colono que vive una tragedia, donde su causa final es su trágica muerte en manos de su víctima, el argelino lucha y muere feliz redimiéndose a sí mismo, imponiendo su autoconsciencia, no mediante el trabajo -aquí Sartre se apartaría de Hegel respecto de la superación dialéctica-, sino por medio de su propia y efectiva emancipación material y cultural, rompiendo las cadenas del yugo con su fusil.
“Et le colonisé se guérit de la névrose coloniale en chassant le colon par les armes”.
De esta manera la muerte se muestra como un acto de redención, tanto para el opresor como para el oprimido, por lo que queda un hombre muerto y dos hombres libres.
Luego de esta operación, en el párrafo vigésimo segundo detectamos la tercera instancia de la dialéctica, “donde la violencia gira en redondo”, donde el europeo deberá recorrer el camino que conduce a la condición de indígena. Si bien el momento está marcado en ese párrafo, el llamado de Sartre a combatir ese síntoma -el retorno de la violencia- lo podemos rastrear en el párrafo décimo octavo, donde la superación dialéctica tanto del opresor como del oprimido sería el Hombre Nuevo. Sin embargo, al programa propedéutico del Prólogo, lo rastreamos en el párrafo noveno, donde ante la cosificación realizada por el argelino, el europeo debe observase, observar lo que ha hecho en los otros –las pulsiones que ha descargado en su víctima- como reflejo de su propia condición. Desnaturalizada su representación, el europeo puede asesinar a su propia cultura etnocentrista y así confluir en el Hombre Nuevo que divisamos en en el último párrafo del Prólogo, donde la solidaridad hacia los combatientes argelinos no es suficiente, sino que deben romper ellos mismos como opresores con sus propias cadenas:

“C'est le dernier moment de la dialectique: vous condamnez cette guerre mais n'osez pas encore vous déclarer solidaires des combattants algériens; n'ayez crainte, comptez sur les colons et sur les mercenaires : ils vous feront sauter le pas. Peut-être, alors, le dos au mur, débriderez-vous enfin cette violence nouvelle que suscitent en vous de vieux forfaits recuits”.





Bibliografía
• Frantz Fanon. Les damnés de la terre. Préface de Jean-Paul Sartre. Éditions La Découverte & Syros, Paris, 2002.
• Derriada y otros. Doce lecciones de filosofía. Chistian Delacampagne. Los otros. Granica. 1983.
• Horacio Gonzáles. Filosofía Francesa I. Jean-Paul Sartre, la actualidad de un pensamiento. Gustavo Lambruschini. La libertad en la cultura de la izquierda; zurück zu Sartre. Buenos Aires 2006. editorial: Colihue.
• José Pablo Feimann. La filosofía y el barro de la historia. Clase 36. Sartre “crítica de la razón dialéctica”. Suplemento especial Diario Página 12. 21 de enero de 2007.
• Juan Montero. Fanon Sartre: una relación. Revista Acción por Africa.
• Nicolás Casullo. Sartre camina hacia Fanon.
• Richard Rorty. Derechos Humanos, racionalidad y sentimentalismo.
• Pierre Clastres. Investigación en antropología política. Gedisa. Barcelona.
• Virginia López Domínguez. Hegel y Sartre a través de la medicación de Kojéve.

7 comentarios:

  1. Camarada! Acá dejo un link para leer el prólogo de Sartre (o descargarlo) en pdf. :
    http://bibliophiliaparana.blogspot.com/2011/05/sartre-jean-paul-prefacio-los.html

    Un abrazo grande!!

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  2. "No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil millones de habitantes, es decir, quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas."
    (p.5 del link anterior)

    "Aquí la Metrópoli se ha contentado con pagar a algunos señores feudales; allá,con el lema de “dividir para vencer", ha fabricado de una sola pieza una burguesía de colonizados; en otra parte ha dado un doble golpe: la colonia es a la vez de explotación y de población." (p.8 del link anterior)

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  3. Me gustó el post. No podría decir lo mismo del texto de Sartre, porque no lo entendí (al libro de Fanon no lo leí). Yo sé que no es el tema de tu post, pero la racionalidad detrás de la producción de este texto es para mí un enigma insondable. Parece que JPS quería convencer a los franceses de agarrar los fusiles para sumarse a una revolución potencialmente global que de todos modos era inevitable (y que, dicho sea de paso, hasta ahora no se dió, o bien no tuvo los efectos salutíferos augurados por el autor). ¿Realmente habrá pensado que iba a convencer a millones de personas haciendo referencia a la moral del amo y el esclavo y a la dialéctica de la historia? Era el '61 y eso explica algunas cosas, pero aun así...
    Me suena a esa escena que se repite "desde 1930" cuando un francés(en este caso,Sartre) le dice a otro (el potencial lector del prólogo): "Estamos perdidos".
    En las palabras del autor: «En resumen: es una amenaza seguida de un consejo, y esas ideas chocan tanto menos cuanto que brotan de la intersubjetividad nacional.»(p.7)

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  4. Por las dudas reitero que no es una crítica a tu post. Por lo (poco) que pude entender, nada de lo que ponés falsea o distorsiona el texto del autor, y los tres puntos que destacás me parecen un hilo conductor más que recomendable para abordar su lectura. Es el texto en sí (y Sartre en su papel de "intelectual universal") lo que me hace ruido.
    Igual no me hagas mucho caso, que yo de estas sutilezas dialécticas no entiendo lo más superficial.
    Un abrazo grande,
    Juan Rizzo.

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  5. "No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil millones de habitantes, es decir, quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas." (p.5 del link anterior)
    "Aquí la Metrópoli se ha contentado con pagar a algunos señores feudales; allá, con el lema de “dividir para vencer", ha fabricado de una sola pieza una burguesía de colonizados; en otra parte ha dado un doble golpe: la colonia es a
    la vez de explotación y de población." (p.8 del link anterior)

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  6. "Nuestros soldados, en ultramar, rechazan el universalismo metropolitano, aplican al género humano el numerus clausus: como nadie puede despojar a su semejante sin cometer un crimen, sin someterlo o matarlo, plantean como principio que el colonizado no es el semejante del hombre." (p.11 del link anterior)

    "¡Pobre colono!: su contradicción queda al desnudo. Debería, como hace, según se dice, el ogro, matar al que captura. Pero eso no es posible. ¿No hace falta acaso que los explote? Al no poder llevar la matanza hasta el genocidio y la servidumbre hasta el embrutecimiento animal, pierde el control, la operación se invierte, una implacable lógica lo llevará hasta la descolonización."(p.12)

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  7. "Es el momento final de la dialéctica: ustedes condenan esa guerra, pero no se atreven todavía a declararse solidarios de los
    combatientes argelinos; no tengan miedo, los colonos y los mercenarios los obligarán a dar este paso. Quizá entonces, acorralados contra la pared, liberarán ustedes por fin esa violencia nueva suscitada por los viejos crímenes rezumados." (p.23 del link anterior)

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