miércoles, 31 de marzo de 2010

Lejos de Chareton, sujetos “fugadamente normalizados”

I.-Hoy muchos posan una grata resistencia de una supuesta fuga, gozando la opresión del Otro. Es así que no sólo goza quien renuncia a sus pulsiones por el imperativo categórico, sino que ahora también goza el oprimido al sostener “su lucha que reivindica su pathos (πάθος)” –su pugna localizada, que sostiene una utopía- donde “el verdugo” debe cumplir con su mandato para generar el placer del oprimido al sostener un logos (λογοζ).
Ellos, reivindican una resistencia hedonística, en un territorio donde las fronteras fueron borradas, donde una nueva ética es sostenida por el mercado que dice que se puede fugar, pero en realidad ese “libertino” desconoce su sujeción a una moral nueva, de estricta obediencia, capturada por la máquina de guerra.
Es así que se configura una nueva triada: el Otro, la ley, el verdugo; quien cumple con el imperativo categórico –por medio de sus renuncias-; y quien resiste –con astucia- pero quien también es sometido. La apuesta se redobla: hay un hedonismo por parte del oprimido, quien goza en su resistencia y por parte del opresor, quien goza de su insensibilidad.
No hay escape: estamos yectos en un mundo donde no hay “redes de piedra”, es un laberinto sin kairos (καιρός) -tiempo cristiano de salvación-, sin destino, ni providencia, sin nada, con un horizonte que promete todo un mundo lleno de vínculos controlados, de síntomas, de mentiras, de tristezas y pequeñas alegrías, de desolación y desamparo. Qué más nos queda ¿existimos?

II.-Él fue encerrado en Chareton, realmente fugó– supongo de que alguna manera gozó su encierro y sublimó en sus obras.
Pese a todo, pasó de marques a ciudadano y denunció la ambivalencia de un sistema que proponía un imperativo pero que encerraba un impulso thanático. La Iglesia y lo temerosos lo mataron. Se sumió en su propio caos (Χάος), pero trascendió son su propuesta ética.
Consecuentemente, se puede criticar a los virtuosos, pero ellos al igual que quienes se dejan arrastrar por el Χάος sufren el mismo mal: el Otro. Es así que se borra la distancia entre quien resigna y quien -con astucia- resiste.

3 comentarios:

  1. Amigo.
    Muchas veces el Otro, es la Ley y Verdugo.
    No se trata solo de proyectos de mandato paterno (social hereditario), sino de la realización sencilla y llana, aquella que inclusive lejos de estar por debajo… sobrepasa (supera) otras realizaciones.
    Es una cuestión complicada de reconciliar, esa de nuestras ideas de resistencia, cambio y singularidad – con las efectivas posibilidades (no de decir) sino de hacer y de ser en el terreno de lo practicable.

    Quiero decir, siempre somos sujetos sujetados, nos guste o no.
    Somos parte de un todo y de esa mordaza no se puede zafar. De otra manera igualmente lícito sería hacer cualquier cosa, en aras del libre comercio de nuestras emociones, sensaciones, intereses.
    Se da uno a la fuga por hendijas. Se resiste desde donde se puede. Se es libre con una cuota de pertenencia irrenunciable.
    Saludos.

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  2. El texto surgió porque mi discurso de supuesta "fuga" está crisis (κρίσις). Se podría decir que es como una onda, lejos de la selva de Montiel y aún más de las Mexicanas, cansado de las líneas de fugas capturadas. Enojado con las teorías del conocimiento pero también con los sentimientos: puras pérdidas me impulsan a hacer la propuesta que, seguramente es una lectura prematura e inconsistente, pero es un intento.

    Valen: Efectivamente el Otro es la ley

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  3. @Renzo: Este post está buenísimo! Me parece muy interesante tu planteo. En el fondo me parece que tiene que ver con la ambivalencia del goce. Hay un goce de efectuar esa fuga (que al mismo tiempo reconocemos imposible o improbable); pero también hay un goce de saberse(o creerse) parte de una Ley trascendente (más o menos 'total'). Y ambas cosas dependen, parece, la una de la otra.Lo curioso --lo interesante-- es ver si ese análisis, que Sade intuyó tan bien en su tiempo de capitalismo y modernidad incipiente, tiene alguna aplicación a nuestra 'mundializada' modernidad tardía de fronteras borrosas. Parece que ya no es posible (o inteligible) una rebelión del tipo de la del Marqués. Hoy los verdugos no tienen ni siquiera la ilusión de estar sacrificándose por un imperativo trascendente; porque hoy más que nunca, los verdugos somos todos. Ya no hay nadie a quién echarle la culpa, pero tampoco hay voluntarios que se ofrezcan a cargar con la responsabilidad. O por ahí eso es lo que nos quieren hacer creer...
    En fin, es muy complicado... Cuando lo piense mejor, por ahí se me ocurre algún comentario que la haga justicia a tu post.
    Hasta entoces,
    Un abrazo.

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